Cómo el asesinato de altos cargos de Ciudad de México atenta contra la imagen de oasis seguro de la capital (y el impacto en la presidenta Sheinbaum)

Claudia Sheinbaum estaba dando su conferencia de prensa este martes cuando su secretario de Seguridad, Omar García Harfuch, se le acercó y le dio la trágica noticia en un susurro: dos altos funcionarios de la alcaldía de Ciudad de México acababan de ser asesinados.
Hace cinco años, cuando Sheinbaum presidía la capital, Harfuch, que era su ficha en la lucha contra la inseguridad, sufrió un atentado también a la luz del día.
El secretario y expolicía se salvó milagrosamente, pese a que recibió un disparo. Dos de sus escoltas murieron en un atentado perpetrado por 28 sicarios que luego fueron vinculados al Cartel de Jalisco Nueva Generación.
Así, la presencia de Harfuch en la Mañanera, donde estaba justo para dar a conocer los alentadores resultados de la cartera de Seguridad, terminó por darle al asesinato de Ximena Guzmán y José Muñoz —secretaria particular y asesor de gobierno de la alcaldesa de Ciudad de México, Clara Brugada— un simbolismo adicional.
Porque el atentado, ejecutado por un sicario en una avenida principal del sur capitalino, no solo es un golpe contra la estrategia de seguridad de Brugada, sino contra la imagen creada por Sheinbaum y Harfuch de CDMX como un oasis en el país violento que ahora dirigen.
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